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TOUR MARROC 2010

Publicado por Pablogueb

Contribución de: Club Terra Yamaha / Josep Ricós / 4xquad.net

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Marruecos es extraordinario y excitante. Para muchos de los que tuvieron la suerte de participar del último Tour Marroc con YAMAHA, además fue fantástico. Inolvidable.


Otra gran ruta del CLUB TERRA YAMAHA

 Parece un tópico decir que la primera vez que bajas a Marruecos es algo extraordinario y excitante. Será cierto, pero para muchos de los que tuvieron la suerte de participar del último Tour Marroc con YAMAHA, además fue fantástico. Inolvidable.

En los distintos aeropuertos de España nos fuimos reuniendo a la hora prevista. Ignorando o queriendo ignorar el contratiempo que nos esperaba. No empezaba bien la aventura. La huelga de controladores nos quería tirar la ilusión por el suelo. Los de Madrid se las apañaron para llegar hasta Algeciras, los gallegos lo mismo, los del sur estaban a pocos km. y los de Barcelona, vía coche de alquiler, también tuvimos que improvisar. El caso es que la mañana del día 6 de Diciembre los miembros del equipo pisábamos, por fin, tierras africanas. Toda una odisea en la cual recorrimos España de punta apunta, dormimos como pudimos en el ferry, cogimos taxis, autobuses y aviones bimotor, hasta finalmente dormir en el esplendido Xaluca de Dades. Poco.

 Fuimos los primeros de la era Club Terra Yamaha. Podríamos decir que los fundadores. Entre nosotros, “yamajeros” incondicionales, participantes en transpirenaicas o Rumaniacs, responsables de fábrica, concesionarios históricos, gente volcada con el proyecto de club YAMAHA y, por supuesto Pedregà y Dani como cabezas visibles de la organización. Impecable.
Por la mañana, los Atv y Quad lucían limpios y perfectos en el parquing del Xaluca. Al lado, casi desafiantes, las KTM de Arcarons y su grupo del Dakar. Mas de 40 motocicletas que esperaban a Jordi, Laia Sanz y otros muchos a que las montaran por las pistas de Marruecos. Nosotros, con el mismo objetivo, ultimábamos detalles. Los GPS sujetados, las bolsas atadas, los cascos, guantes, nervios … No teníamos la estructura de KTM pero tampoco pasábamos desapercibidos. Ilusión.

 Derecha o izquierda, el GPS aún no se había colocado en su sitio cuando nuestros ATV recorrían los primeros metros. Parecían desconcertados. Rápidamente se sacaron el sueño de las orejas y empezaron a marcar la ruta correcta. Casi fuera pista. Pronto llegamos al asfalto que nos llevaría hasta las gargantas del rio. Valía la pena desviarse por carretera. Las primeras fotos, los primeros grupos, las primeras risas, el primer pan berebere y la primera avería en un antiguo Raptor 660. Precisamente me tocó a mi. Trompicones, falsas explosiones, amagos de gasolina y una hora para desmontar los carburadores y dar con el problema. Un muelle roto de la campana del carburador. Casualidad.

 Llegamos a Arfoud, de noche, el polvo engañaba los quads que mediante fuera pistas iban hasta el hotel. La cena, mas tranquila, dio paso a la tertulia, para algunos. Otros, cansados por las horas sin dormir prefirieron dosificarse. Por la mañana, la limpieza de filtros y llenado de gasolina se hizo con demasiada tranquilidad. Salimos tarde. Aunque la etapa era corta, debíamos estar a comer en el albergue de Alí. Pero antes nos esperaba un track lleno de dunas que los más novatos afrontaron como pudieron. El grupo de Marc, casi desapareció. Todos ellos inexpertos en la tierra del desierto pero hábiles con el quad disfrutaron de lo lindo. Autodidactas diríamos. Marc tiró del grupo empezando desde cero. La primera gran duna superada fue como un escape de adrenalina. La bajada como un éxtasis. Dientes apretados hasta llegar abajo. Luego gas por las faldas, derrapadas y montañas rusas. Como niños. Pedregà, con muchas rutas a sus las espaldas, llevó magistralmente su grupo, noveles algunos. Aunque por mucha experiencia que tuvieran, rutear duneando con “Pedre” es sinónimo de excitación. El tercer grupo llegamos hasta el Oasis. A Francesc le costo la primera subida. Pero fue la única. Xavi consiguió vencer el miedo y todos llegamos al campamento. Dormimos después de una espléndida cena bajo las estrellas. Sin teléfonos, sin preocupaciones, satisfechos, de buen humor, contando chistes cerca del fuego. Impresionante.

 Una etapa larga nos esperaba al día siguiente. De nuevo dunas. Esta vez por la mañana. Después de unos kilómetros pusimos gasolina. Nos entretuvimos demasiado con algún rezagado que no interpretó su GPS. Después, por una ruta larga, nos dirigimos a M’hamid. Muy Larga. Casi 400 km. Los quads y atv seguían portándose de maravilla, apenas algún pinchazo. Pedregà y los tres andaluces combinaban posiciones aunque pronto fueron adelantados por el grupo de Marc. Los caminos, pedregosos, eran de lo mas exigente. A Samuel, en su primera experiencia en ATV, le costaba seguir el ritmo. Estábamos ya en pleno desierto de tierra dura cuando hicimos las primeras paradas de descanso. Nuestro grupo, después de comer tuvo un pequeño problema de orientación. O mejor dicho no atiné a encontrar el camino. Unas profundas grietas ponían en peligro nuestra integridad. Francesc lo encontró rápido. Desde entonces encontramos polvo, pistas, ouets y piedras. Casi de noche cruzamos varias veces puestos fronterizos donde los militares nos pararon curiosos. Faltaban aún mas de 40 km. hasta la gasolinera y los tanques empezaban a estar de nuevo vacios. Los primeros en caer fuimos nosotros que tuvimos que remolcar el Raptor. Sabiendo que los de atrás se quedarían también tirados los fuimos a auxiliar ya con las garrafas llenas. Finalmente todos llegamos al hotel. Cansados.

 No volvimos a repetir los últimos quilómetros de asfalto del día anterior. Sin tanto frío salimos dirección al inmenso Iriki. Una larga pista sinuosa, de arena, nos llevó hasta el rio. Un rio poco normal, seco, también de fina y blanca arena. Nos lo pasamos muy bien mientras duro, por que al final, se diluía la tierra suspendida, se compactaba y alisaba. Los restos de arbustos desaparecían en un mar totalmente plano, largo, ancho, blanco, seco. Donde la vista nos llegaba era hacia donde teníamos que ir, o sea recto. Gas a fondo al principio, dosificando un poco al final. Solo se interrumpió el trayecto de algunas naves en un inesperado alberge en el centro del lago. Una Coca Cola nos entro de maravilla. Después, otra vez pusimos el pasador en el puño para dejarnos ir por los mas 60 km de lago seco. Al cabo de un buen rato. el way point de reunión quedaba detrás de una solemne montaña y pronto nuevas dunas, esta vez las de Shegaga. Las sorteamos, unos con mas suerte, otros dando algún que otro revolcón. Samuel se empeñó en hacer un back flip com su GrizzlY 550. Casi lo consigue. Le falto media vuelta. El pobre Atv con el piloto descabalgado quedó patas arriba, cojo de una pata y con las orejas tocando el lomo. Estuvimos un buen rato para arrancarlo. Pero de nuevo todos consiguieron hacer el largo recorrido, precioso, entre valles, al final. Tarde.

 El viejo hotel que nos alojó en la penúltima etapa no era nada del otro mundo. Pero dormimos bien. La última jornada nos esperaba llena de emociones. Yo no pude aguantar mucho a causa de una infección en un dedo y empecé ocupando una plaza en el 4x4 de asistencia. Mi lugar en el Raptor fue para Toni. Hasta mediodía estuvimos subiendo y bajando montañas del Atlas, viendo pueblecitos que se iban empobreciendo a medida que nos adentrábamos en las montañas. Muchos ya sin luz eléctrica ni agua corriente estaban llenos de niños sanos, descalzos, animados, mal vestidos, sonrientes, tan contradictoriamente felices. Teníamos preparadas unas sorpresas dentro del 4x4 que habíamos transportado durante todo el viaje expresamente para este día. El maletero del Toyota estaba repleto de juguetes, zapatos y material escolar. Lo repartimos todo. En la escuela del pueblo mas alto llegaron los reyes magos, con cascos y corazas. Para ellos fueron obsequios, para nosotros, sus caras de felicidad fueron como regalos. Emoción.

 Pero ya llegaba la hora. Xavi, no recuperado de las alturas me cedió su Grizzly para hacer las últimas cumbres. La última bajada llena de piedras y bosques nos dejaba a todos cascados. Queríamos llegar pronto a Marrakesh, cenar tranquilos y salir a tomar una copa. Pero no. Un maldito rio, esta vez con demasiada agua se llevó el puente que nos tenía que llevar hasta la carretera. No había forma humana de cruzar al otro extremo. Imposible llegar al pueblo. El agua era vadeable, excepto para alguno que tuvo que vaciar la que entró en el motor, pero la gran pared vertical que hizo la corriente era insuperable. Ni Pedregà derrochando todo su talento y habilidad conseguía hacer llegar su quad hasta la mitad de la subida. O trabajábamos en equipo o de allí no salíamos. Incluso ni eso era garantía de éxito. Empezamos a trabajar sacando piedras, haciendo rampas, tirando cuerdas. Empezó a llegar gente. Amigos desconocidos que sin interés tiraban de los quads. En poco mas de media hora teníamos a media villa ayudándonos. De uno en uno subimos todos los quads, con riesgo y casi a peso, todo bién dirigido. Al terminar invitamos a todos a Coca Colas y Fantas. Se terminaron las existencias en el derruido local del pueblo mientras se montaba otra inesperada fiesta. Luego, la carretera nos llevaría durante 40 quilómetros hasta la ciudad, destino final de la aventura. El hotel, a la altura del fin de trayecto era lujoso y bonito, una guinda que seguramente no hacía falta para que la satisfacción fuera plena.


Josep Ricós
www.4xquad.net