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OBJETIVO DONOSTI 2012.

Publicado por Pablogueb

Contribución de: Josep Ricós

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Una ruta con valor añadido. Desde Aragón al País Vasco, con visita a las selvas de Irati.

 Poco podíamos pensar que esta enésima excursión por la zona de Huesca y el País Vasco resultaría tan divertida. Sin duda una parte importantísima del éxito proviene de los participantes, y en este caso el grupo fue fantástico. Tanto ellos como ellas vivieron una experiencia inolvidable y nosotros, esta vez como Ingravid, teníamos todos los ingredientes para que de nuevo el Objetivo Donosti terminara bién.

Y lo que bien empieza bien acaba. El Viernes por la tarde nos reunimos todos en casa de Chema, en Yéqueda. Estaba a punto de dar inicio otra ruta exclusiva, para pocos participantes, cuidando el detalle, con paisajes esplendidos, pero también con buena comida, muy buena. Aquella tarde noche la cena en el Hotel Fetra precedió el primer briefing. La cara de los que pocas horas después enlomaran los atv brillaba. Algunos, entre ellos, no se conocían y bastaron cuatro anécdotas para arrancar las primeras carcajadas. Azu y Raquel, parejas de Joan y Miquel Àngel, un poco asustadas por las vivencias explicadas por los demás, entraban en sintonía participando de las risas aunque a veces un poco incrédulas. Explicamos la filosofía de la excursión, lo que nos iríamos encontrando día a día y las precauciones que deberíamos tomar en caso de lluvia, barro o frío y nos fuimos a dormir.

 Por la mañana ya estaba todo preparado. Los tracks en los GPS, los dos grupos definidos y las primeras fotos, sobretodo de las impecables féminas. Como si ignoraran que en pocas horas esas relucientes indumentarias quedarían mas que sucias pringosas. Yo mismo me encargue de llevar la asistencia por carretera con la furgoneta. El recorrido nos lo turnamos con Emili. Sabíamos perfectamente donde teníamos que parar, donde hacer fotos y yo particularmente donde preparar el primer picnic. Ellos, en ruta, pudieron visitar el castillo de Loarre y el Mirador de los Buitres. Luego, por unas pistas divertidísimas cruzando riachuelos, llegaron a Puente la Reina. El picnic a base de tortilla, chorizos y jamón de bellota estaba preparado. La sorpresa vino durante el postre cuando haciendo gala de esos detalles sacamos nuestro generador eléctrico y preparamos unos cafés al gusto. ¡Que lujo!. Por la tarde nos esperaban otros paisajes mas verdes, mas húmedos, mas Navarros.

 La llegada a Ochagavía estuvo precedida de bosques frondosos y extremadamente verdes. Hacía calor y los continuos ríos invitaban a un buen baño pero esta vez desistimos. Lo que mas nos apetecía era una ducha y una cerveza en la plaza. Era sábado y estaba lleno. Improvisamos una pequeña timba de dominó e hicimos tiempo para ir a cenar. Ochagavía es un pequeño pueblo al lado de la selva de Irati. Calles estrechas y adoquinadas. Encantador con unas casas rurales que hacen de tu alojamiento todo un privilegio. El lugar escogido era la sidrería Kixkia donde hacen uno de los mejores chuletones del lugar. No faltó la sidra ni las risas, pero el cansancio nos impidió continuar con el dominó. A las 12 estábamos en la cama.

El domingo fue completísimo. A las 7 de la mañana quedamos para desayunar. Valía la pena ver los bosques de la zona a primera hora, húmedos, verdes, con olor a tierra, casi vírgenes, impresionantes, salvajes. Los primeros kilómetros de asfalto fueron fríos y con una niebla espesa que nos acompañó en muchos momentos de la mañana. El bosque, como un jardín, lo cruzamos despacio, con respeto, disfrutando del momento. Las fotos no paraban.  Los dos grupos se juntaban y se separaban en función de la esplendor del lugar. Poco a poco llegamos a Roncesvalles donde un café nos terminó de excitar. La mañana estuvo repleta de caminos asfaltados, también singulares y bonitos. Los pueblos del pirineo vasco-francés son encantadores y pictóricos. Tuvimos tiempo de parar a comprar unas tarrinas de foie que no abrimos a la hora de comer ya que Emili se encargó de prepararlo todo en un merendero cerca de Errazu. Por la tarde una pista de camino estrecho remontaba la montaña fronteriza con Francia. Volvía a bajar, subía de nuevo por otro camino y se dirigía hacia Etxalar. Volvía a torcerse, mas bosque, pista con vacas, caballos, con cuidado, finalmente la carretera que nos llevaría hasta Hondarribia. Fue una verdadera “pasada”. Todos y todas estábamos pletóricos y tanto Emili como yo no queríamos que la visita al país vasco no tuviera un buen recuerdo culinario así que culminamos el día con una cena en uno de los mejores restaurantes de la costa. Durante el paseo por el puerto y la visita al Cabo Higuer se hicieron las últimas fotos.

El lunes tenía buena pinta. Al salir del hotel demasiado asfalto, pero enseguida empezamos a ver lo mejor de la excursión. La vuelta atrás hacia Huesca estaba prevista por otra ruta. Emili ya la había realizado otras veces, yo no. Siempre habíamos tocado la zona de Vitoria, pero en este caso queríamos llegar a Estella por este magnífico recorrido. No nos equivocamos.  Los paisajes eran dignos de las películas con aquellos árboles inmensos, hayas y abetos, alfombras de hojas en el suelo y caminos casi sin pisar. No hubo sitios difíciles sólo algún camino embarrado y unas imprevistas roderas de tractor que nos hicieron hacer la cabrita durante 300 metros. La ruta estaba perfectamente preparada pero el tiempo se nos echó encima e improvisamos hasta la histórica Estella. Otra buena cena en el centro y paseadita hasta el hotel. El último día de excursión sería largo.
Emili hizo poner en marcha los motores antes de las 8:30, pero no empezaron a desfilar los ATV y RZR hasta las 9. Las pistas eran rápidas con el aliciente de la conducción sobre tierra suelta. Un poco de polvo pero manteniendo las distancias no se hacía insoportable. Los molinos de energía eléctrica acompañaron al grupo durante quilómetros. Preparamos un tenteenpié cerca de San Martín de Unx. Luego mas pista, mas pista y mas pista. Los quadtreros disfrutaron de lo lindo del pilotaje con curvas y contracurvas. Los polaris con Miquel Angel, Raquel, Esteve, Carles y Martí estaban en su salsa y los Grizzly con Joan y Azu saboreaban los caminos mas sinuosos. El ritmo empezaba a ser alto, no por conducir alocadamente sinó por la ausencia de paradas. A las 2 de la tarde, al lado de un riachuelo en Luesia hicimos el último picnic que nos preparó la simpática Montse del restaurante el canguro. Otro café y de nuevo asaltar los últimos 80 quilómetros. Al llegar de nuevo a Yéqueda todo era alegría, unas por haber aguantado como campeonas, otros por culminar su primera gran excursión en quad, alguno por los paisajes y la conducción y otros como nosotros por haber tenido la suerte de llevar a un grupo como este.


Josep Ricós
INGRAVID